La cicatrización es un proceso completamente natural que se produce de manera automática cada vez que las células de la piel se regeneran tras una herida. No ocurre sólo después de una operación quirúrgica, por ejemplo, sino que son muchas las actividades del día a día que pueden provocar cortes o rasguños. Y es que una cicatriz aparece cuando las células de la capa externa de la piel, la epidermis, han sido dañadas y las capas más profundas de la piel también se ven afectadas.
Por lo general, el organismo no puede regenerar completamente las células y restaurar la piel exactamente como antes; en estos casos, la herida se reemplaza por el llamado tejido de granulación. Las fibras de colágeno del tejido conectivo llenan la herida desde el interior, la cierran y ayudan a restaurar la zona de piel afectada.
Este proceso de reparación natural del cuerpo ocurre inmediatamente después de que se lesionen las células de la piel. Sin embargo, con un cuidado adecuado de la herida, es posible que la cicatriz no acabe siendo visible.
Cuidado de cicatrices para heridas que ya han cerrado
Incluso después de que una herida se haya cerrado, sigue activa una fase de reorganización del tejido cicatricial y de las fibras de colágeno. Sin embargo, este nuevo tejido no es idéntico a las células originales: tiene menos flujo sanguíneo y es menos elástico que antes, de ahí que en ocasiones se produzcan variaciones de color en las células de la piel circundantes.
Por ello, existen opciones de tratamiento para cuidar las cicatrices y, de manera ideal, hacerlas casi desaparecer.