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Cuando se trata de heridas, el objetivo más importante es lograr que la cicatrización sea lo más suave posible. La clave está en garantizar una protección óptima de las heridas.
El agua y la humedad hacen que la piel se hinche. Esto no sólo puede perjudicar la cicatrización de las heridas, también aumentar la penetración de bacterias y el riesgo de infección de las heridas. Y por eso es importante proteger las heridas del agua. En unas vacaciones en la playa, por ejemplo, se debe tener cuidado de que el agua de la piscina (que puede contener bacterias) no entre en contacto con la herida.
El cloro contenido en el agua puede irritar la herida innecesariamente y retrasar la cicatrización. El contacto con el agua de mar tampoco es beneficioso para la cicatrización de heridas: en muchos espacios turísticos, el sistema de alcantarillado de la localidad costera desemboca directamente en el mar, por lo que también existe el riesgo de contaminación de la herida.